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miércoles, 21 de septiembre de 2016

¿Por qué apoyo el Sí al Plebiscito entre el gobierno colombiano y las FARC?

En este momento, así como en muchos otros, me siento en la mitad de dos grupos con posiciones diametralmente opuestas. Aunque tengo clara mi opinión, respeto a quienes piensan distinto por varios motivos: el primero, porque no es posible esperar que todos pensemos igual, eso jamás va a suceder y segundo, porque no soy nadie para juzgar las opiniones, decisiones, preocupaciones o sentimientos de los demás pues considero que el único que nos puede juzgar es Dios.

Con este texto no pretendo convencer a nadie ni tampoco justificar mi posición, porque no necesito hacerlo, sólo quiero compartir mis pensamientos y sentimientos porque considero que la coyuntura actual lo merece. Colombia está viviendo un momento histórico e importante y no quiero dejar pasar este momento sin compartir mi opinión.
  
Sin más preámbulos, éstas son mis razones para apoyar el sí al referendo que aprueba o rechaza los acuerdos de paz entre el gobierno colombiano y el grupo armado revolucionario FARC.      


      1. Aunque desde pequeña he conocido la guerra, siempre he soñado con un país en paz. Siento que por fin tenemos en nuestras manos la oportunidad de escribir una historia positiva para nuestro país.


Varios recuerdos traen a mi memoria momentos muy difíciles para mí y para el país. Cuando tenía 4 años aproximadamente, recuerdo haberme despertado algún día hacia las 4 de la mañana por una bomba que había sido detonada relativamente cerca a mi casa. Es un recuerdo traumático. Recuerdo también la historia de la familia de mi papá que tuvo que salir de su pueblo porque estaban en la lista de las personas que iban a matar por ser de un partido político distinto. Recuerdo estar trabajando en Venezuela, esforzándome por dejar el nombre de Colombia en alto, y escuchar la noticia de uno de los tantos atentados que han hecho a los políticos del país. Recuerdo mi impotencia al ver que no tenía autoridad para decirle al mundo: “Colombia ha mejorado, ya no es como antes” porque la realidad era que todavía éramos un país en constante guerra.

Por otro lado, también guardo en mi corazón lo que viví y sentí el 4 de febrero de 2008, aquel día en el que muchísimos colombianos salimos con camisetas blancas a las calles de Bogotá a decir, a gritar: “NO MÁS FARC”. Llenamos las calles porque estábamos cansados de lo mismo, lo rechazábamos tajantemente. Ese día marcó mi vida de una manera muy positiva. Fue el primer día en el que sentí que el país tenía esperanza porque éramos muchos a los que nos dolía verlo sufrir así y que nos podemos unir alrededor de grandes causas.

Marcha "No Más FARC", organizada por Colombia Soy Yo el 4 de febrero de 2008 - 
Calle 72 con Avenida 7, Bogotá, Colombia.

Este año, no pude evitar llorar cuando me enteré de que “las FARC dejarán de ser grupo armado”. Está sucediendo lo que tanto he esperado y querido. Mi sueño, el sueño de los organizadores “Colombia soy YO”, el sueño de todos los que salimos a las calles ese #4F de 2008, se está convirtiendo en realidad.

2.       Considero que el camino adecuado para llegar a la paz es el que ha seguido el actual gobierno colombiano: el diálogo y la negociación. 


Por eso he apoyado este proceso desde que comenzó. Siempre fui consciente de la complejidad de negociar con un grupo de personas con pensamientos tan opuestos a los de la mayoría de colombianos. ¿Cómo hablar con alguien que aprueba el secuestro y el asesinato como medios para conseguir objetivos? Sigo sin entender la forma de pensar de las FARC. Por esto admiro y aplaudo que hayan llegado a decisiones tan importantes y necesarias, especialmente para la población rural, con un grupo que seguramente no quería ceder su poder en las distintas regiones de Colombia.

Rechazo de manera tajante todo tipo de violencia, por eso no apoyo la idea de seguir en guerra para ver si algún día los terminamos de matar a todos. Primero, no creo que lo logremos algún día. Segundo, así no lo queramos aceptar, ellos también son colombianos, son seres humanos y aunque hayan atacado y afectado de manera tan negativa a nuestro país, no considero que matarlos a todos sea la solución. Mi razón, y esto es muy personal, es que no soy nadie para tomar decisiones sobre quién vive y quién no, esa decisión no me compete a mí, sólo a Dios.

Además, no me parece viable volver a negociar para conseguir un “mejor acuerdo”. Creo que apostarle a esta opción es perder los 4 años de negociaciones y decirle adiós a la posibilidad de llegar a la paz por la vía del diálogo y la negociación. No creo que las partes estén de acuerdo en volver a invertir en una mesa de negociaciones sin la garantía de que ese nuevo “mejor acuerdo” sea aceptado por la mayoría de los colombianos. También implicaría que seguiríamos en guerra hasta que exista ese nuevo acuerdo, es decir, continuarían los atentados, las muertes, el dolor de tantas personas que merecen un mejor presente y un mejor futuro.


3.       Creo firmemente que Colombia es un país maravilloso que no ha logrado desarrollar su gran potencial por los problemas de violencia que hemos tenido y que con esta oportunidad de oro podemos transformar esa historia de muerte y dolor en un futuro lleno de esperanza y posibilidades.


Los colombianos nos caracterizamos por ser trabajadores, inteligentes, creativos, amables, alegres, emprendedores, pero esa no es la imagen que la mayoría de extranjeros tienen de nosotros. Las noticias positivas sobre las personas de nuestro país no suelen llegar a los titulares de las noticias internacionales, ni suelen hacerse tantas series o películas sobre los personajes que tanto nos enorgullecen. Que el día de hoy, las noticias de Colombia sean “le declaramos la paz a la guerra” dice un mensaje positivo sobre nuestro país y es un granito de arena para dar esperanza a un mundo protagonizado por actos violentos.

Considero que tenemos la opción de mejorar, de encontrar una mejor versión de nosotros mismos. Sé que el postconflicto no será sencillo pero creo que es necesario para alcanzar esa anhelada paz.


4.      Creo firmemente en el perdón como primer paso para avanzar y construir. No perdonar, por el contrario, es una carga que no nos permita progresar ni mejorar.


Y esto lo digo por una experiencia personal que tal vez algunos ya conozcan. Cuando tenía 17 años y estaba en primer semestre de universidad, un carro atropelló a un grupo de 6 personas al frente de la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito en Bogotá. Yo estaba en este grupo, junto a otros dos compañeros del grupo de teatro de la universidad, esperando el bus para irme a mi casa. Ese día uno de mis compañeros murió y el otro me salvó la vida (de nuevo, gracias JuanCa!!, me siento inmensamente feliz de estar viva). Esa noche casi muero (claramente no pasó :)) y casi pierdo mis dos piernas (gracias a Dios no pasó y sigo conservando mis dos piernas). Tengo que confesar que en ningún momento sentí odio o cualquier otro sentimiento negativo hacia los responsables del accidente; por el contrario, me sentía muy mal al pensar lo mal que se debió sentir el conductor por haber asesinado a alguien. Por esto, le escribí una carta y se la entregué al abogado que llevaba mi caso, para decirle que lo perdonaba por todo, que en mí no había ningún sentimiento negativo hacia él. No sé si por mi inocencia o simplemente por mi forma de ser, aproveché esta situación difícil para muchas cosas positivas en mi vida, aprendí muchísimo, he podido ayudar a otras personas en situaciones similares y he sido una persona muy exitosa y feliz. Todo, por supuesto, por la gracia de Dios porque es a través de Él y de la preciosísima Virgen María que he logrado ser quien soy y hacer lo que he hecho. Aquí, de nuevo, no me consideré con autoridad para juzgar, condenar o desear algo malo por la persona que hizo que mi vida se dividiera en dos. Todavía tengo secuelas del accidente, ellas son mi fortaleza pues me recuerdan que puedo superar muchos obstáculos, que con Dios soy capaz de lograr imposibles. También las considero mi cruz, me sirven para ofrecer mi sufrimiento por otros que necesitan mi oración.

En conclusión, me siento orgullosa de ser colombiana y de que tengamos esta gran oportunidad. Por eso yo digo #SíALaPaz, #SíAlPlebiscito :).